Un río corre entre árboles antiguos como si conociera el camino de regreso. La luz al fondo no solo ilumina, llama. Esta obra es una meditación visual sobre el Edén perdido —o quizás nunca del todo perdido—, ese espacio interior donde aún podemos habitar si decidimos fluir, soltar el control y volver a confiar. El agua representa la pureza, el movimiento del alma, y los árboles, la sabiduría que nos escolta en el camino. Esta pieza no solo se contempla: se recorre con los ojos, como quien anhela volver a casa.
Camino al Eden
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Pieza Única