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Vayeshev -El Precio de Tus Sueños

Actualizado: 11 mar

Por Jack Levy


 
¿Alguna vez has sentido que vives en un sueño? No uno de esos lindos sueños donde corres por campos de flores con música épica de fondo, sino uno en el que todo parece tan real que duele. Uno de esos sueños que te confunden, donde la línea entre lo falso y lo verdadero se desdibuja. Despiertas (o crees que lo haces), pero te preguntas: ¿Esto es vida o sigo soñando?

Vamos al origen. La Tora dice que Adán cayó en un sueño profundo. Hasta ahí todo bien: Dios le abrió el cuerpo, sacó una costilla y creó a la mujer. Genial, ¿no? Lo curioso —y nadie parece notarlo— es que nunca se menciona que Adán despertara. Sí, lo leíste bien. No hay una sola línea que diga: “Y Adán despertó y vio lo que había ocurrido”. Entonces, ¿qué pasó? ¿Se quedó dormido? ¿Acaso seguimos viviendo en su sueño? Y si es así, ¿qué demonios significa esto para nosotros?

Ahora, piensa en tus sueños. Los sueños de verdad. Los que te sacuden el pecho, los que te dicen que no estás muerto, aunque a veces te sientas como un zombi. Soñar significa que sigues vivo. Significa que algo dentro de ti está luchando por despertar, aunque te falten las fuerzas. Los sueños son la prueba de que hay un propósito esperándote, incluso si ahora mismo estás en el fondo de un pozo.

Pero aquí viene el golpe: ¿Qué estás haciendo con tus sueños? ¿Los entierras porque te da miedo fracasar, o porque te han dicho que son ridículos? ¿O prefieres ignorarlos, diciéndote a ti mismo que no tienes tiempo para tonterías cuando las cuentas y los problemas te ahogan?


En Parashat Vayeshev, conocemos a Yosef, el soñador por excelencia. El tipo que se atrevió a soñar grande, y por eso lo arrojaron a un pozo y lo vendieron como esclavo. ¿La lección? Los sueños vienen con un precio. No son gratuitos, ni fáciles, ni cómodos. Pero cuando te aferras a ellos, cuando no los traicionas aunque todo te dé la espalda, los sueños se convierten en tu camino, incluso cuando parece que te están destruyendo.

Adán soñó, Yosef soñó, y tú sigues soñando. Porque soñar no es un lujo; es un instinto de supervivencia.

Es lo que te recuerda que no has terminado aquí, que no importa cuántas veces te hayan roto, vendido o enterrado, sigues respirando, y mientras respiras, puedes levantarte.

Así que dime: ¿Estás despierto o sigues dormido? Y lo más importante: si estás soñando, ¿qué carajos vas a hacer con ese sueño?


El sueño de Adán: La raíz de todos los sueños

Aquí va una verdad incómoda: vivimos dormidos. No lo digo yo, lo dice la Tora, aunque lo disfraza de poesía divina. Adán no despertó después de su "sueño profundo" (tardemá). ¿Te das cuenta del impacto? La humanidad comenzó en estado de sueño, y desde entonces seguimos vagando entre lo que es real y lo que parece serlo.

En Cabalá el tardemá (sueño profundo) representa el Tzimtzum, la contracción inicial de la luz divina. Dios se “retira”, creando un vacío, un espacio para que algo nuevo nazca. La dualidad: masculino y femenino, luz y oscuridad, materia y espíritu. El sueño es el vacío donde surge la creación. Si estás soñando, es porque algo está a punto de nacer. Y si sientes que vives en un vacío, no te desesperes: estás en el primer paso del proceso.


Carl Jung habló del Anima, esa parte femenina que habita en la psique masculina. La Anima representa el alma, la intuición, la creatividad y la conexión con lo profundo. En el sueño de Adán, Javá (Eva) es la manifestación de esta parte femenina. Ella no es solo una compañera; es el reflejo de la totalidad perdida. Adán, en su sueño, encuentra aquello que lo completa, pero también aquello que lo desafía a despertar y confrontarse a sí mismo.

"El sueño de Adán es también nuestro. Estamos dormidos hasta que integramos nuestra Alma, hasta que nos encontramos con aquello que nos hace enteros."

Tal vez seguimos dormidos porque nos aterra lo que podríamos descubrir si despertamos. La Anima nos confronta con nuestras sombras y nuestros sueños más profundos. Nos desafía a regresar a la unidad.


Una historia de lucha: Mi propia pelea y el pozo de Yosef


Mi Mamá tuvo que abortar por embarazos dificiles dos veces antes de que yo naciera; las probabilidades estaban en mi contra desde el inicio. Seguramente los doctores le dijeron que dejara de intentarlo, que dejara de creer. Pero ella creyó, y aquí estoy.

¡Yosef también nació en medio de sueños imposibles! Tenía sueños de grandeza, sueños donde sus hermanos se inclinaban ante él, sueños que parecían absurdos y arrogantes. Por eso lo odiaron. Cuando vieron la oportunidad,lo juzgaron, lo tomaron, y lo arrojaron a un pozo.

Imagina a Yosef en el fondo. Oscuridad total. Frío. El eco de las risas de sus hermanos arriba. El silencio pesado que te hunde. No hay salida. No hay luz. El único sonido que se escucha es el de tu propia respiración, y a veces, ni eso.

¡Muchos conocemos ese silencio! Yo, lo escuché en el baño hace algunos años antes de subirme al ring a mi primer pelea de box Amateur. Nervios. Miedo. "¿Qué estoy haciendo?" Pensamientos que te golpean antes de que lo haga el rival. Yo estaba en mi propio pozo, preguntándome si valía la pena, si estaba listo, si sobreviviría.

Yosef también pudo haberse rendido. Pudo haberse quedado en el fondo del pozo, dejando que el sueño se apagara. Pero no lo hizo. Porque incluso cuando estás en el fondo, si tu sueño sigue vivo, la luz no se apaga.

Mi rival era más grande, más fuerte, con mejores probabilidades en fin... parecía imposible.. Pero la pelea no se gana con el cuerpo; se gana con el corazón.

 

Con el destino echado al aire, subo; nos miramos de frente y nos damos el conocido choque de guantes.

 

Ahí va mi reflexión: Creo que la vida es como una pelea de box y que para lograr lo que sea, el primer paso es CREER EN TI.

 

Tienes que creer en ti, creer que el lugar de hasta arriba está hecho para ti,  para que lo vivas.  Creer en ti y comenzar a trabajar en un objetivo, aunque sea pequeño, pero con disciplina con pasión y energía, siendo fiel a esa voz interna que sabe qué hacer y no se deja engañar. Ella sabe lo que tienes que hacer, pero no la escuchas porque tienes miedo.

 

Porque el trabajo que quieres es demasiado ambicioso para tenerlo, o porque tu sueño es demasiado alto para alcanzarlo. “Seguro está mejor preparado que yo;  es más apto; tiene más probabilidades porque es millonario... Las probabilidades están en contra tuya.

 

Si supieras que tu existencia misma está en contra tuya desde antes de nacer, y no me refiero a millones de espermas, sino a que es imposible todo lo que tuvo que pasar antes de que ni siquiera tus papás se conocieran o existieran, o las probabilidades para que en este instante estés con un café leyendo este artículo, las probabilidades de ¡Tu propia existencia!

 

Permíteme decirte algo que probablemente ya sabes: las probabilidades no están en tu contra. ¡Tú estás en tu contra! Sí, la ideología negativa está en tu contra; la duda en ti está en tu contra; tus inseguridades están en tu contra; tu miedo esta en tu contra.

 

Tu mundo es un combate de boxeo entre tu y TU y tienes que dejar de encogerte en la esquina para recibir golpes, tienes que aprender a luchar, tomando responsabilidad del 100% de tus esfuerzos. La percepción que tienes de ti, es real, si piensas que tienes la capacidad y eres un campeón , es cierto y si piensas que no puedes y que estas destinado al fracaso también es cierto, cuando cultivas convicción dentro de ti algo mágico comienza a suceder y dejas de apoyarte en las cuerdas de tu vida, comienzas a ser más asertivo y a esquivar golpes, empiezas a dejar de vivir a la defensiva y comienzas a tomar riesgos, empiezas a mostrarte quien realmente eres y tienes una visión más clara de lo que puedes llegar a ser.


Suena la campana y estoy parado frente a él, con mis miedos e inseguridades,  pero parado con toda la pasión, ambición y fuerza. ¡No puedo perder!


Primeros dos minutos y mi rival está en el suelo; la gente vitorea al nuevo “Canelo” y yo siento que puedo vencer el mundo. En el primer minuto del segundo round, el réferi para la pela por Knockout técnico. ¡Gané por KO y el “GRAN RIVAL” que me abrumó todo el tiempo estaba ahí, vencido, enojado y debajo del ring.

Cuando pensé que la campana final había sonado y mi mano se levantaba ante la victoria, ahí me desperté con vitores de ánimo de la gente a mi alrededor. Me di cuenta de que seguía una nueva pelea, la de la vida, como dice mi padre: “Esto no se acaba hasta que uno está tres metros bajo tierra”.

 

En ese momento me di cuenta de que las luchas de la vida son inevitables y que depende de uno enfrentarlas luchando, o inmovible en la esquina, recibiendo golpes. Así aprendí que debajo del ring la lucha parece larga y dura, pero con sólo subirse a éste y pelear, hemos ganado.

 

El día en que dejamos de luchar, es el día en que empezamos a morir. A través de nuestras propias experiencias aprendemos que es en la tragedia y desesperación que luchamos lo mejor posible, y el mayor golpe es entregado cuando nuestra espalda choca contra la esquina y la fe es a lo único a lo que nos podemos aferrar. En momentos como estos sabemos que estamos verdaderamente vivos.

Lo mismo sucedió con Yosef. Saldría del pozo como esclavo, pero en su corazón seguía siendo un rey. Y porque nunca soltó su sueño, el mundo terminó inclinándose ante él.


El pozo, el ring y la luz que no se apaga


El pozo de Yosef no era un lugar bonito. Era oscuro, frío, solitario. Ahí abajo no hay luz, no hay salida visible, y lo peor de todo: no hay voz que te responda. Es el lugar donde te preguntas: ¿Qué hice mal? ¿Por qué me abandonaron? ¿Por qué mi sueño me trajo hasta aquí?


Y sin embargo, es en ese pozo donde descubres quién eres en realidad. Es allí donde decides si te quedas esperando la muerte o si usas cada piedra, cada grito y cada silencio como escalones para salir. Porque en los momentos más oscuros, los sueños no mueren. Al contrario, los sueños son la única luz que te queda.


“Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Si tienes un sueño, debes protegerlo. Si quieres algo, ve y consíguelo. Punto.” (Pelicula: The Pursuit of Happyness )

Proteger un sueño no es algo bonito o inspiracional, es una batalla. Porque habrá días en los que te levantarás sin fuerza, sin ganas de respirar, y lo único que escucharás será tu propia voz diciéndote que no puedes más. Nadie va a creer en ese sueño tanto como tú. Nadie va a sentir su peso, su fragilidad y su belleza como lo sientes tú. Y nadie —nadie— va a saber cuánto has llorado por no soltarlo. Porque soltarlo sería morir.


Martin Luther King Jr. lo dijo en las horas más oscuras:


“I have a dream.”

No dijo "tengo una meta" o "tengo un plan". Dijo "tengo un sueño". Un sueño que era luz en medio de

un mundo lleno de odio. Un sueño que no era solo suyo; era para todos. Porque los sueños que importan no son egoístas. Los sueños que importan son aquellos que iluminan no solo tu camino, sino también el de quienes te siguen.


Pero escucha esto: los sueños no nacen en la comodidad. Los sueños nacen en el fondo del pozo. Ese pozo en el que estás ahora mismo. Tal vez estás agotado, tal vez gritas y nadie te escucha, tal vez estás tan hundido que no ves ni una sola gota de luz. Pero el pozo, ese maldito pozo, no es tu tumba. Es tu prueba. Es el lugar donde te conviertes en alguien que vale la pena.


Yosef también estuvo en un pozo, y de allí salió siendo un hombre que cambió el destino de naciones. Porque él entendió esto: la oscuridad del pozo no puede apagar un sueño que está vivo. El sueño, aunque apenas sea un susurro, aunque apenas sea un hilo de luz, es más fuerte que la oscuridad que te rodea. Es tu faro, tu llama y tu misión.


Así que si estás en el pozo, no te quedes quieto. Usa tus manos, tus gritos y tus lágrimas para escalar. Porque cada piedra, cada herida, cada silencio que te rompió puede convertirse en un escalón que te lleve hacia la luz.


No te rindas.

Porque si sigues respirando, ese sueño sigue vivo. Y si sigue vivo, tienes una obligación: sacarlo del pozo contigo.


Antes que yo llegara a esta vida mi madre aborto dos veces, no todos tienen el privilegio de la vida pero sobre todo no todos tienen el valor de experimentar la vida, por que la vida es un ring, que no todos se atreven a subirse. La mayoría prefiere gritar desde las gradas, criticar, juzgar y señalar a los que sí pelean. No importa cuántos golpes recibas, ni cuántas veces caigas, lo único que importa es que después de todo sigues de pie. Porque si sigues soñando estas vivo, y mientras respires, no hay campana final...NUNCA DEJES DE SOÑAR !





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