Tetzave - Reviviendo a los Muertos
Tetzave - Reviviendo a los Muertos
Por Jack Levy
Es sábado en la noche. Hay boda. Ritual social. Fiesta sin alma.
Te llega la invitación hace meses, ni te emociona, pero hay que ir. No quieres problemas con la familia, con los amigos, con la gente que espera verte ahí. Además, es en un lugar mega-lujoso, con catering de primera. Va a estar “espectacular”, dicen.
Pero en el fondo ya sabes cómo va a ser. Porque todas las bodas que no quieres ir son iguales.
Llegas. Sonrisas, abrazos vacíos, preguntas de cortesía.
“Hoooola ¿Cómo estás?”
“Bien, ¿y tú?”
“¡Qué bárbaro, cuánto tiempo!”
“Sí, demasiado…”

Demasiado tiempo desde la última vez que fingimos que nos importamos.
Brindis, luces de pista, música a todo volumen. Mazal tov! No se puede hablar, pero tampoco importa. No hay nada que decir.
Alguien te ofrece un trago. ¿Por qué no? Hay que hacer esto más tolerable. Otro trago. Otro más. La fiesta “se prende”, o al menos eso parece. La gente baila, ríe fuerte, como si algo les estuviera explotando por dentro.
Pero no es alegría. Es pasión hueca, vacío disfrazado de celebración.
Un esfuerzo desesperado por tapar el vacío, por convencerse de que están teniendo la mejor noche de sus vidas.
Miras alrededor. Todos actúan como si esto fuera felicidad. Pero tú lo sientes. Algo está muerto en el

aire. Uno más en el ciclo. Un muerto funcional. Un zombie más en el rebaño.
El mundo está lleno de gente que sigue moviéndose, pero ya no está viva. Y lo peor es que no conoces nada diferente y por lo tanto te rodeas de esa misma gente.
Si aún te queda algo de fuego, te van a decir que exageras. Que la vida es así. Que no hay nada más. Que lo disfrutes.
Que te tomes otro trago, sonrías y vamos por un toque.
Resumen de Parashat Tetzavé
La escena es precisa, casi quirúrgica. Dios le habla a Moshé y le ordena:
:"Y tú ordenarás a los hijos de Israel..." (Veatá Tetzavé).
No menciona su nombre. No le da protagonismo. Solo un mandato. Ordena. Enciende. Separa.

Purifica.
Los detalles son exactos, sin espacio para la improvisación:
La Menorá debe arder continuamente.
El Kohen Gadol debe vestirse con vestiduras sagradas.
El Mishkán debe operar con precisión.
Este no es un mensaje místico, es una estructura de realidad. Un sistema para canalizar la Presencia Divina (Shejiná) en la Tierra.
Porque si la Torah insistía en que la Menorá no podía apagarse, ¿qué nos está diciendo sobre la naturaleza humana? Si el Kohen debía vestir símbolos de conciencia, ¿qué significa andar por la vida sin recordar quién eres? Si cada día había un servicio en el Mishkán para limpiar y renovar, ¿qué pasa cuando nosotros dejamos que la vida se llene de polvo, sin depurar nada?
Dios ordenó que todo debía ser atendido diariamente. Sin pausas. Sin excusas. Porque lo que no se

cuida, se pierde.
Pero ahora dime…
¿Qué has dejado acumular? ¿Cuánto tiempo llevas sin limpiar lo que cargas? ¿Qué te está pesando tanto que ya ni lo sientes?
Porque el fuego se apaga cuando no lo alimentas. Pero también cuando lo dejas consumirlo todo sin control.
Y si la pregunta es por qué te sientes tan drenado, tan desconectado, tan atrapado en un loop sin sentido…
Tal vez es porque hace mucho que no limpias el aire.
El Aire Que Resucita o Asfixia

El Ketoret no era un perfume para Dios. Era depuración para el ser humano.
El Kohen Gadol entraba dos veces al día al Mishkán y ofrecía el incienso. Once ingredientes: dulces, amargos, hediondos, perfumados. Todo debía elevarse.
Porque la espiritualidad no se trata de negar, sino de transmutar lo que eres en conexión.
Y aquí está la enseñanza:
👉 Si no limpias tu aire, te intoxicas.
👉 Si no prendes tu fuego, te apagas.
👉 Si no depuras lo que cargas, te vuelves zombie espiritual.
Si todo estaba diseñado para sostener la conexión con lo divino, ¿qué sostiene la nuestra hoy?
Porque nos guste o no, también seguimos un sistema. Uno que no elegimos. Uno que opera en piloto automático. Uno que nos arrastra con la inercia del mundo.
Nos levantamos, trabajamos, consumimos, nos distraemos, repetimos.
Todo está diseñado para que nada interrumpa la rutina. Que no cuestionemos. Que no sintamos demasiado. Que no pensemos más allá de lo que es “normal” y si pasa tiktok siempre al rescate.
Y el problema no es solo la monotonía. El problema es lo que se acumula en el silencio.
Porque si la Torah insistía en que la Menorá no podía apagarse, ¿qué nos está diciendo sobre la

naturaleza humana? Si el Kohen debía vestir símbolos de conciencia, ¿qué significa andar por la vida sin recordar quién eres? Si cada día había un servicio en el Mishkán para limpiar y renovar, ¿qué pasa cuando nosotros dejamos que la vida se llene de polvo, sin depurar nada?
Dios ordenó que todo debía ser atendido diariamente.Sin pausas. Sin excusas.Porque lo que no se cuida, se pierde.
Pero ahora dime…
¿Qué has dejado acumular? ¿Cuánto tiempo llevas sin limpiar lo que cargas? ¿Qué te está pesando tanto que ya ni lo sientes?

Porque el fuego se apaga cuando no lo alimentas.Pero también cuando lo dejas consumirlo todo sin control.
Y si la pregunta es por qué te sientes tan drenado, tan desconectado, tan atrapado en un loop sin sentido…
Tal vez es porque hace mucho que no limpias el aire.
"השלך על ה' יהבך והוא יכלכלך"
"Hecha a Hashem tus cargas, y Él te sustentará."
¿Cómo se hace eso?
Respirando.Tomando lo que cargas, lo que sientes, lo que experimentaste en el día…Y entregándolo en cada exhalación.
Porque el aliento es fuego. El aliento es transformación.El aliento es lo que conecta lo físico con lo espiritual.
Por eso el Rey David dijo:
"Kol Hanesh(i)ama tehalel Yah. Halleluya.""Toda alma (todo respiro) alabará a Dios."
Cada respiración es un Ketoret personal. Cada inhalación recibe la vida.Cada exhalación ofrenda lo que ya no necesitas.
Y por eso el Ketoret se ofrecía dos veces al día.Porque lo que no se siente, se pudre.Lo que no se expresa, se somatiza. Lo que no se transfigura en luz, se traduce en enfermedad.
Por eso se decía que el Ketoret evitaba plagas .Porque las emociones estancadas no solo destruyen

el alma.También destruyen el cuerpo. También enferman a la sociedad.
Así que dime…
Si cada respiración es una ofrenda,¿qué estás entregando hoy?
Si cada exhalación es un sacrificio,¿qué estás quemando en tu altar?
Si la clave está en la respiración,¿estás respirando la vida o solo sobreviviendo?
El Kohen Gadol hacía esto por el pueblo.
Pero hoy no hay templo. No hay altar físico. No hay sacerdote que lo haga por ti.
Solo queda tu fuego, tu aire, tu decisión.
O sigues acumulando hasta que la toxicidad te consuma…O aprendes a transmutar,A sentir,A ofrendar,A elevar.
Porque el fuego del Ketoret no era para Dios.Era para nosotros.
Y si no prendes tu fuego,Si no limpias tu aire,Si no honras lo que llevas dentro…
Te vas a ahogar.
"Kol Hanesh(i)ama Tehalel Yah Halleluya."
Respira. Entrega.Transmuta. Vuelve a vivir.
El Ketoret y los Sabios Que Revivían a los Muertos
El Kohen Gadol encendía el Ketoret dos veces al día. No fallaba.

Porque si el aire se contaminaba, la muerte entraba en el espacio sagrado.
Pero no era solo la muerte del cuerpo.Era la peor de todas: la muerte del alma.
La Torah no esconde este concepto.El Talmud dice que hay muertos que caminan y vivos que traen a los muertos de vuelta.
Los sabios sabían cómo hacerlo. No resucitaban cadáveres. Resucitaban a los que ya habían dejado de ser ellos mismos.
Gente que respiraba pero no vivía.Gente atrapada en la rutina, en la apatía, en el letargo de la costumbre.Gente que se movía como sombras de lo que un día fueron.
Los sabios no les hablaban de motivación barata. No les daban discursos dulces sobre "ser feliz" o "pensar positivo."
Los sacudían.Los confrontaban.Los miraban a los ojos y les hacían preguntas que dolían.Los obligaban a ver lo que habían enterrado.
Porque sabían que la muerte más peligrosa no es la que te lleva.Es la que te deja funcionando en automático.
Y dime…
¿Cuántos años llevas en modo zombie sin darte cuenta?¿Cuándo fue la última vez que alguien te miró y te preguntó si realmente estás vivo?¿Cuántas cosas en tu vida has dejado morir porque es más fácil así?
Porque aquí está la verdad que nadie te dice: Los zombies existen. No en películas. No en apocalipsis ficticios.
Están en las bodas a las que no quieres ir. En las oficinas sin alma. En las conversaciones donde

nadie dice nada real. En los días que pasan y pasan y no dejan huella.
Y el problema no es que ellos existan.El problema es que están hambrientos.
Cuando un muerto en vida ve a alguien con fuego en los ojos, se lanza sobre él.No con garras. No con dientes.
Con palabras.
"Bájale."
"No te creas tan especial."
"No seas tan intenso."
No porque les molestes.Sino porque les recuerdas lo que un día fueron.
Pero los sabios sabían cómo resistir.Ellos no se dejaban apagar.Ellos revivían a los muertos.
No con milagros.Sino con la única arma real que existe:
El fuego que aún está encendido.
Porque donde hay fuego, lo seco se enciende. Donde hay luz, lo muerto deja de esconderse.

Donde hay alguien que todavía está vivo, el resto empieza a recordar.
Pero solo si hay alguien dispuesto a sostener la llama.
Así que dime…
¿Qué se está muriendo a tu alrededor porque no tienes el coraje de encender tu fuego?
¿A quién podrías revivir, si tuvieras el valor de vivir primero?Y sobre todo… ¿quién está intentando apagar tu fuego porque no soporta verte encendido?
Porque si no entiendes esto,si no cuidas tu fuego,si no prendes tu Ketoret cada mañana y cada tarde…
Un día, sin darte cuenta, vas a ser uno de ellos.
Y para cuando eso pase…¿Quién te va a revivir?
O Resucitas, o Te Consumen
O despiertas… o te consumes
No hay intermedio.
O enciendes tu fuego interior.
O te apagas con lo que nunca dijiste.
O depuras tu aire.
O respiras veneno disfrazado de normalidad.
El Ketoret es el recordatorio de que cada respiración es un sacrificio y una ofrenda.
Cada inhalación

recibe vida.
Cada exhalación entrega lo que sobra.
Si no prendes tu Ketoret, te vas a asfixiar. Si no depuras lo que cargas, vas a terminar muerto sin darte cuenta. Si no tomas el control de tu fuego, el mundo lo usará para reducirte a cenizas.
Así que dime, y dime de verdad…
¿Vas a esperar a que alguien más te reviva?¿O vas a encender tu fuego de una vez por todas?
Porque esto ya no es una metáfora.
O despiertas… o te consumen.