Ki Tavo -¿Quién Fregados Soy?
- Jack Levy
- 17 sept 2024
- 10 Min. de lectura
Por Jack Levy M.
¿Quién Fregados Soy?
¿Quién fregados soy? En serio, ¿quién eres? Esta pregunta, tarde o temprano, te va a asaltar, posiblemente en el peor momento posible. Tal vez durante una crisis existencial, cuando todo parece derrumbarse, o cuando te das cuenta de que llevas años siguiendo un guion que no escribiste tú.

Nos definimos por roles: "Soy el jefe", "Soy la madre", "Soy el arquitecto". Claro, etiquetas convenientes. Pero, ¿realmente eres solo eso? ¿Eres un trabajo que mañana puede desaparecer? ¿O tal vez una relación que hoy está, pero quién sabe mañana?
Sabes que no. Sabes que hay algo más profundo, algo que no puedes reducir a una sola palabra o concepto. Sin embargo, nos pasamos la vida intentando cumplir expectativas. Las de la sociedad, las de la familia, y claro, también las nuestras.
¿Cuántas veces te has definido por lo que otros esperan de ti? ¿Cuántas veces has sentido que, al intentar encajar, te desconectas de lo que realmente eres?
Y aquí está lo interesante. Esta desconexión no es solo emocional o psicológica; es algo mucho más profundo. En el judaísmo, se entiende que el ser humano no es simplemente "un cuerpo", ni siquiera una mente. Estamos compuestos por varios niveles de alma, capas de nuestro ser que interactúan con lo divino y lo terrenal.
¿Acaso soy solo mi cuerpo (nefesh)?
Porque, seamos sinceros, si solo somos nuestro cuerpo, estamos muy equivocados. El nefesh es la parte más básica de nuestra alma, la que se encarga de que respiremos y de que tengamos hambre. Básicamente, un administrador de funciones vitales.
¿O soy mis emociones y deseos (ruaj)? Este nivel es donde residen nuestros impulsos, nuestra moral, esa voz interna que a veces nos dice "haz lo correcto", y otras veces, "¡compra otro helado!". Pero aún así, ¿somos solo eso?
Después está la neshamá, la chispa divina que nos conecta con algo mucho más grande que nosotros. Ah, ahí ya la cosa cambia, ¿verdad? Pero aún queda más. Los cabalistas hablan de jaiá y yejidá, los niveles más elevados del alma, donde se nos revela la unicidad con Dios y la conciencia universal.
El Reto de la Reconexión

Entonces, ¿qué pasa cuando te das cuenta de que no eres ni tu cuerpo, ni tus emociones, ni siquiera tu intelecto? Eres algo mucho más vasto, algo que trasciende cualquier definición terrenal. Y ahí es donde comienza el verdadero reto: ¿Cómo te reconectas con eso?
Aquí es donde muchos caen en la trampa de pensar que la respuesta está en encontrar "su propósito". "Ah, claro, lo que necesito es una misión, algo que dé sentido a todo." Pero, ¿realmente un solo propósito puede capturar toda tu existencia? ¿Qué pasa si cambias de trabajo, si tu vida da un giro inesperado? El riesgo de aferrarse a una definición única es que, cuando esa definición se tambalea, tu identidad se tambalea con ella.
Teshuvá: Más que Arrepentimiento

Y aquí llega el concepto de teshuvá, que, sí, lamentablemente mucha gente malinterpreta como si fuera la versión judía de autoflagelarse. ¿Crees que se trata de arrepentirse con lágrimas, culpa, y un pequeño cheque de caridad para redimirte? Pues no. Teshuvá es mucho más que eso.
¿Qué es Teshuvá, entonces?
Para empezar, no es "arrepentimiento" o confesión y sentirse mal por lo que hiciste anoche (aunque quizás deberías). Y tampoco se trata de "hacer las paces" donando unos cuantos dólares a una causa benéfica para sentirte mejor contigo mismo. No, no funciona así. Teshuvá es un concepto mucho más profundo y desafiante.
En el judaísmo, teshuvá es literalmente "retorno". Pero, ¿retorno a qué? No es volver a ser lo que eras antes del error. Es regresar a lo que siempre has sido en lo más profundo de tu ser, a esa chispa infinita que trasciende roles, emociones y cuerpos. Es reconectarte con los niveles superiores de tu alma —con tu neshamá, tu jaiá, y tu yejidá—, donde reside la conexión con el Ein Sof, el Infinito.
¿Cómo Funciona Esto?
Pero, ¿cómo se hace todo esto? ¿Cómo reconectamos con esa esencia? ¿Y qué tiene que ver todo esto con las bendiciones y maldiciones que parecen marcar nuestro destino? Aquí es donde el judaísmo nos enseña que el alineamiento con nuestra esencia es clave. Pero, ¿cómo funciona eso en la práctica? ¿Es tan simple como elegir el "buen camino" y esperar bendiciones? ¿Y qué pasa si te desvías? ¿Te caerá un rayo?
Vamos a ello…
Bendiciones y Maldiciones: La Lección de Ki Tavo

Bendiciones y maldiciones: palabras tan dramáticas, ¿no? Como si el universo fuera un juego de premios y castigos. “Haz lo correcto y recibirás bendiciones”, dicen. “Haz lo incorrecto, y bueno, prepárate para las maldiciones”. Pero, ¿realmente es así de simple?
La Perashat Ki Tavo no se anda con rodeos. Nos presenta una visión clara de causa y efecto: si sigues el camino correcto, serás bendecido. Si te desvías, enfrentarás maldiciones. Suena a una fórmula matemática, ¿verdad? Pero si lo piensas bien, el impacto va mucho más allá de este sistema de recompensas y castigos que a veces nos pintan.
Las bendiciones no son solo "premios" divinos. No es que hagas algo bueno y el cielo te mande una caja de regalos con un lazo brillante. No funciona así. Las bendiciones son el resultado de estar alineado con tu esencia más profunda. Cuando tus acciones, pensamientos y decisiones están en sintonía con lo que realmente eres —con ese "yo" que no está limitado por expectativas externas o miedos—, todo parece encajar.
La Realidad de las Maldiciones
Y aquí viene lo interesante: cuando te desconectas de tu esencia, no es que un rayo te vaya a caer encima (tranquilo, la Torá no es una película de castigos divinos). Las maldiciones no son actos arbitrarios de venganza cósmica. Son el resultado natural de vivir desconectado de lo que realmente eres. El caos aparece cuando empiezas a tomar decisiones que no reflejan tu verdad interior, cuando te dejas llevar por lo que otros esperan de ti o, peor aún, por tus propios miedos e inseguridades.

Piensa en esos momentos en los que todo parece ir mal. ¿Has notado que, muchas veces, son los momentos en los que estás actuando en contra de lo que realmente sientes? Es como si el universo te estuviera diciendo: “Hey, te has desviado del camino, y aquí están las consecuencias.” No es un castigo divino, es simplemente la consecuencia de desconectarte de tu esencia. Es esa sensación de que todo se desmorona, de que nada fluye, de salirse de tu centro.
La Perashat Ki Tavo nos advierte de esto: las bendiciones y las maldiciones no son castigos externos; son manifestaciones de lo que ocurre cuando estás alineado o desconectado de tu ser interior.
Y Aquí Volvemos a la Teshuvá
No es un acto aislado que haces cuando te das cuenta de que te has desviado. Teshuvá es un proceso continuo, un retorno constante a tu esencia. Es un ciclo en el que, una y otra vez, te desvías y luego vuelves a alinearte.
Porque la realidad es que, aunque queramos estar alineados todo el tiempo, no lo estamos. Oscilamos. Nos desviamos. Perdemos el norte. Y eso es normal. Lo que importa es qué haces después de darte cuenta de esa desconexión. ¿Vuelves a tu esencia? ¿O te dejas arrastrar por la desconexión y el caos?
El Poder de la Teshuvá: Retorno Continuo

Este desafío no es exclusivo de ti. Todos oscilamos entre polos en la vida, tanto a nivel personal como en otros aspectos. Y en ese proceso, es donde realmente ocurre el aprendizaje.
Beit Hillel y Beit Shamai, dos de las grandes casas de pensamiento judío, debatieron este equilibrio durante generaciones. Hillel representaba la compasión, la flexibilidad; mientras que Shamai, la precisión y la estructura. Ambas maneras constantemente contradictorias y en tensión.
El Talmud, sin embargo, nos enseña una verdad profunda: ambos tienen razón. "Elu ve'Elu divrei Elokim Jaim" —"Estas y aquellas son las palabras del Dios viviente". Ambos polos son necesarios. La vida no es elegir un solo camino y quedarse en él, sino saber cuándo oscilar entre la expansión y la restricción, entre la flexibilidad y la estructura.
Política y Negocios

Piensa en la política. Algunos creen que la respuesta a todos los problemas está en un enfoque "de derecha", con políticas más estrictas y de control, mientras que otros favorecen un enfoque "de izquierda", con mayor apertura, flexibilidad y expansión de derechos y recursos. ¿Quién tiene razón? Ninguno y ambos. Porque en realidad, dependiendo del momento y la situación, se necesita una combinación de ambos enfoques.
Lo mismo ocurre en los negocios. Una empresa que solo se expande sin parar, sin considerar las necesidades de ajuste o consolidación, corre el riesgo de perder el control, de caer en el caos financiero. Pero una empresa que se enfoca solo en la restricción, en el ahorro excesivo y la cautela, sin oportunidades para innovar y crecer, se estanca y se asfixia. El éxito real está en saber cuándo expandirse y cuándo replegarse.
Oscilación del Ser: Entre la Expansión y la Restricción
El mismo principio se aplica a nuestras vidas personales. ¿Cuándo necesitas la expansión de Hillel, y cuándo la restricción de Shamai? Es una cuestión de saber leer las señales, de tener el discernimiento para adaptarte a las circunstancias.
Platón y Aristóteles debatieron una tensión similar en la filosofía. Platón era el pensador de las ideas puras, del mundo ideal, abstracto. Aristóteles, en cambio, se enfocaba en lo tangible, lo que podemos medir y observar. Ninguno estaba completamente en lo correcto por sí solo, pero juntos nos ofrecen una imagen más completa de la realidad.
La Danza de la Vida: Jésed y Guevurá

El judaísmo también nos habla de estos polos a través de la cabalá. Las fuerzas de Jésed (expansión) y Guevurá (restricción) son pilares del equilibrio del universo. Si te inclinas demasiado hacia la expansión, el caos se apodera de todo. Si te cierras demasiado en la restricción, te asfixias. La clave está en la danza entre estos dos extremos. Saber cuándo necesitas la apertura de Hillel y cuándo la precisión de Shamai.
El Beinoní: La Oscilación Humana
Aquí es donde entra la figura del beinoní, alguien que vive entre los polos, ni completamente justo (tzadik), ni completamente malvado (rashá). El beinoní es esa persona que, como tú y yo, oscila constantemente. Se desvía, se cae, pero siempre recuerda volver. No busca la perfección, sino el retorno constante a su esencia en esta constante oscilación.
Eheye Asher Eheye: La Esencia en Movimiento

Y aquí es donde entra la gran pregunta: ¿Quién fregados soy? La respuesta la encontramos en la misma Torá, cuando Moshé, frente a la zarza ardiente, le pregunta a Dios: "¿Quién eres?". La respuesta que recibe es tan desconcertante como poderosa: "Eheye Asher Eheye" —"Estoy siendo lo que estoy siendo". Con esta frase, Dios le dice a Moshé: "No puedes reducirme a un solo concepto o una idea fija". Lo mismo ocurre contigo. Dios no puede ser reducido a un solo momento o una definición, y tú tampoco.
No eres estático. Hay veces que eres Artista, a veces eres Mamá, a veces eres Arquitecto... No puedes definirte por un solo rol, ni quedarte atrapado en una etiqueta. Estás siendo. Estás en constante proceso, cambiando, evolucionando. Igual que Dios está en presente y devenir perpetuo, tú también estás en movimiento continuo, siempre creciendo, siempre descubriendo nuevas facetas de lo que realmente eres.
Teshuvá: El Retorno y el Movimiento Infinito
Y aquí volvemos a la teshuvá.
La teshuvá no es retroceder. La teshuvá es un retorno a nuestra esencia, un estado de oscilación constante, donde siempre estamos volviendo a lo que somos, pero no en círculos, sino en espirales ascendentes. Cada paso que damos, cada desvío, cada caída, es una oportunidad de redescubrirnos a nosotros mismos en una versión más elevada. Así como el universo está en movimiento perpetuo, tú también lo estás. Siempre siendo, siempre convirtiéndote en algo más.

Nuestra tradición nos enseña que al final de nuestros días, Dios nos preguntará por nuestro nombre. Y no se trata simplemente de la palabra que te dieron al nacer. Te preguntará si viviste alineado con tu verdadera esencia, si fuiste fiel a lo que estabas destinado a ser. Por eso, en la Amidá, todos los días pronunciamos un versículo relacionado con nuestro nombre, porque nuestro nombre no es solo un recuerdo; es la llave de nuestra alma. Es lo que nos conecta con lo infinito.
Y entonces llegará el momento de decir: "HINENI"—Aquí estoy. No como una declaración vacía, sino como un grito profundo desde el alma, un reconocimiento de que he oscilado, he caído, me he levantado, he crecido. Y aquí estoy, presente, dispuesto, abierto, listo para convertirme en lo que Tú, Dios, siempre has sabido que puedo ser.
Cuando estamos alineados con esa esencia, cuando recordamos que somos una chispa divina en movimiento eterno, es entonces cuando las bendiciones que están destinadas a nosotros en la Perashá comienzan a florecer en nuestra vida. No porque hemos sido perfectos, sino porque hemos sido auténticos. No porque hayamos seguido un camino recto, sino porque, a pesar de cada desvío, hemos tenido el coraje de volver, una y otra vez, al eterno EHEYE HASHER EHEYE (ESTOY SIENDO).
Bibliografía y Referencias:
Torá (Éxodo 3:14):
Traducción y comentarios sobre el pasaje "Eheye Asher Eheye" (Éxodo 3:14). Este versículo es fundamental para entender la idea de Dios como un ser en constante devenir y el concepto del "Estoy siendo".
Talmud de Babilonia (Eruvin 13b):
"Elu ve'Elu divrei Elokim Jaim" (Estas y aquellas son las palabras del Dios viviente). Este principio del Talmud destaca cómo diferentes opiniones (como las de Beit Hillel y Beit Shamai) pueden coexistir como verdades complementarias dentro del judaísmo.
Pirkei Avot (4:1):
"¿Quién es sabio? Aquel que aprende de todo hombre."
Maimónides, Mishné Torá, Hiljot Melajim UMiljamot, capítulo 11:4.:
Maimónides reconoce que, a pesar de sus diferencias con el judaísmo, el cristianismo y el islam son tradiciones monoteístas que pueden llevar a las personas hacia la comprensión de Dios.
Mario Javier Saban:
"Daat - Las 44 Energías Ocultas del Árbol de la Vida" (2016): Este libro profundiza en el Árbol de la Vida cabalístico y las energías que componen el alma y el universo, conceptos que complementan la explicación de la oscilación entre expansión (Jesed) y restricción (Guevurá).
Fuentes:
Saban, Mario Javier. Daat - Las 44 Energías Ocultas del Árbol de la Vida. Barcelona: Ediciones Obelisco, 2016.
Sefer Yetzirá (Libro de la Formación):
El Sefer Yetzirá es uno de los textos más antiguos de la cábala y describe cómo Dios creó el universo a través de las 22 letras hebreas y las 10 sefirot. Este concepto es importante para entender la oscilación entre opuestos y el equilibrio espiritual.
Freud y Jung:
La referencia a Freud y Jung compara la estructura de la psique (Freud) y el inconsciente colectivo y los arquetipos (Jung), conectando la tensión entre el alma y lo divino. Aunque no son fuentes judías, su inclusión destaca el paralelismo entre lo psicológico y lo espiritual.
Shneur Zalman de Liadí, Tanya – Libro del Intermedio (Sefer Shel Beinonim), capítulos 1-12:
El Tanya introduce el concepto de beinoní (el intermedio), que oscila entre el tzadik y el rashá. Esta figura representa al ser humano en constante lucha por el equilibrio, reflejando la oscilación entre la expansión y la restricción.
Eclesiastés (Kohelet 3:1-8):
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora." Este pasaje de Salomón en Eclesiastés refleja la oscilación entre los ciclos de vida y la sabiduría de comprender el equilibrio entre opuestos.
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