top of page
White Structure

Haazinu -Las Aguas de la Vida

Actualizado: 21 oct 2024

Por Jack Levy M.

 
"Que mi enseñanza caiga como la lluvia, y mis palabras desciendan como el rocío."  (Deuteronomio 32:2)

El agua. No hay elemento que encapsule más poder y significado en nuestra tradición. Desde el diluvio de Noé hasta las aguas que se abrieron ante los israelitas en el Mar Rojo, el agua ha sido símbolo de transformación, juicio y redención.


Siempre en movimiento, siempre buscando el camino de menor resistencia. El agua nos recuerda que la vida no se detiene; fluye. Y nosotros, si no aprendemos a fluir con ella, nos ahogamos en nuestras propias resistencias.

En la Perashá Haazinu, Moisés compara su enseñanza con la lluvia y el rocío, porque la Torá, como el agua, tiene el poder de nutrir, transformar y hacer florecer lo que está dentro de nosotros. Pero si no hemos sembrado nada en nuestro interior, la lluvia que cae será solo un estorbo, no una bendición.

El filósofo Heráclito dijo una vez: "Nadie se baña dos veces en el mismo río." El agua, como la vida, está en constante cambio. Todo fluye, todo cambia. Heráclito nos recuerda que, si intentamos resistir ese cambio, terminamos siendo arrastrados por él. La naturaleza del agua nos enseña que el cambio es inevitable, pero podemos elegir fluir con él o luchar contra la corriente.

Así también es nuestra relación con la Torá. Si estamos abiertos, la Torá fluye dentro de nosotros como agua que nutre la tierra. Pero si resistimos, si no trabajamos nuestro interior, nos ahogamos en nuestras propias rigideces. Como Moisés dijo en su último discurso: que la Torá sea como la lluvia que nutre lo que has sembrado en tu corazón, y que no caiga en el vacío.


Psicología del Flujo: Encontrando el balance

La psicología moderna nos habla del estado de Flow-flujo, un concepto que Mihály Csíkszentmihályi este psicologo, definió como el momento en que todo parece encajar a la perfección. En el flujo, el tiempo desaparece; estás tan concentrado en lo que haces que todo lo demás deja de importar. ¿Y cómo no pensar en Noé, que tuvo que enfrentar un mundo completamente sumergido en aguas de juicio? Para Noé, el diluvio fue un símbolo del caos y el renacimiento. El flujo, en su caso, fue literal, y el arca fue su único refugio en medio de las aguas destructivas. Pero Noé no se resistió a lo inevitable; construyó un canal, un vehículo, para atravesar las aguas.

El agua de Noé no solo destruye, sino que también purifica. Así ocurre con nuestras emociones: si no las canalizamos, nos arrastran y ahogan. Pero si encontramos el cauce correcto, nos renuevan. La lección de Noé es clara: fluir no significa abandonar el control, sino saber cuándo construir un arca para resguardarte y cuándo dejar que las aguas te lleven a un nuevo comienzo.


La Partida de las Aguas: Abriendo Caminos


El agua no solo es símbolo de destrucción, sino también de liberación. Cuando los israelitas estaban atrapados entre el Mar Rojo y el ejército egipcio, las aguas se partieron. Pero, ¿qué hizo falta para que las aguas se abrieran? Un paso hacia adelante, un acto de fe. La Kabbalah nos enseña que en ese momento, la realidad misma se dividió: el caos de las aguas fue separado para permitir un nuevo camino. El agua, al igual que nuestras vidas, puede parecer un obstáculo infranqueable, pero solo cuando te atreves a avanzar, las aguas se abren.

Esto no es diferente de la psicología del flujo. El agua solo encuentra su cauce cuando nos movemos hacia adelante. Si te quedas paralizado frente al desafío, las aguas seguirán cerradas. Pero cuando actúas, incluso en medio del miedo, el camino se revela.


David y las Aguas al Cuello


El rey David, en uno de los momentos más oscuros de su vida, clama: "Las aguas han llegado hasta mi cuello" (Salmos 69:2). Aquí, el agua se convierte en símbolo de angustia, de sentirse abrumado por las circunstancias. David está al borde del ahogo, y su grito es uno de desesperación, buscando ser rescatado. Todos hemos estado ahí, en situaciones en las que sentimos que las emociones, los problemas, o el peso del mundo nos supera, y el agua parece que nos arrastra al abismo.

Pero David también nos enseña que el clamor en esos momentos es esencial. El agua no siempre es amiga; a veces, es un enemigo que debemos enfrentar. Cuando te sientes ahogado por tus propias emociones, la clave está en encontrar un canal de expresión, tal como hizo David. La oración y la introspección son esos canales, los medios por los cuales permitimos que el flujo natural vuelva a nuestras vidas y las aguas de la angustia se retiren.


Simjat Beit Hashoeva: La Alegría del Agua

No podemos hablar del agua sin mencionar Simjat Beit Hashoeva, la fiesta de la alegría del agua, celebrada durante Sucot. En el Templo, se sacaba agua de un manantial y se celebraba con gran regocijo. ¿Por qué tanto alboroto por el agua? Porque el agua es vida, es renovación, es el regalo más elemental de la naturaleza, y a través de ella, Dios nos enseña sobre la abundancia y la gratitud.

El Talmud dice que quien no ha visto la alegría de Simjat Beit Hashoeva, no ha experimentado verdadera alegría en su vida. Esta celebración nos recuerda que el agua, ese recurso esencial y sagrado, nos conecta con lo más profundo de nuestra existencia. Simjat Beit Hashoeva simboliza que nuestra vida fluye desde las profundidades de lo espiritual hacia lo material, y que cuando entendemos ese ciclo, encontramos la verdadera alegría.


Mikveh: Agua de Purificación y Renacimiento


En nuestra tradición, la mikveh es el agua de purificación. No es simplemente un baño ritual, sino un acto simbólico de renacimiento. Al sumergirnos en la mikveh, nos volvemos a conectar con el origen del agua: el caos primordial que existía antes de la creación. Al sumergirnos en las aguas, es como si volviéramos al vientre, a un estado de pureza, y emergemos renovados. La mikveh es una metáfora perfecta de cómo el agua nos transforma, no solo físicamente, sino espiritualmente.

Así como las aguas del diluvio purificaron el mundo, la mikveh purifica al individuo. Cada inmersión es un acto de tzimtzum, una contracción del ego y una expansión de la pureza. Al salir de las aguas, somos renovados, listos para enfrentar el mundo con una nueva perspectiva.


Tipos de Temor: Un Camino de Elevación


El agua, al igual que el temor, puede ser tanto una fuerza destructiva como purificadora, dependiendo de cómo la enfrentemos. En los Yamim Noraim (Días de Temor), el judaísmo nos invita a reflexionar sobre tres tipos de temor. Estos son escalones en el proceso espiritual que reflejan cómo interactuamos con la divinidad:

  1. Irat Onesh – Temor al castigo: Este es el nivel más básico, como cuando un hijo se porta mal y tiene miedo de que su padre lo regañe o lo castigue. El hijo actúa por miedo a las consecuencias. Es como cuando un niño deja de hacer algo malo solo porque sabe que puede meterse en problemas. Este tipo de temor es necesario para aprender hasta cierta edad, pero no puede ser el miedo la única razón por la que el hijo actúe bien.

  2. Irat Haromemut – Temor a la grandeza: Aquí el hijo ya no teme solo el castigo, sino que respeta profundamente a su padre. Actúa bien porque reconoce que su padre es alguien importante para él. Es como cuando un hijo siente respeto por lo que su padre representa y no quiere decepcionarlo, no por miedo al castigo, sino por el respeto que siente. Es como un río que fluye con fuerza, pero dentro de sus límites.

  3. Irat Jet – Temor a la separación: Este es el nivel más alto. El hijo ya no teme el castigo ni actúa solo por respeto. Su mayor temor es perder la conexión con su padre por no seguir sus consejos. No quiere decepcionarlo ni alejarse de él porque esa relación es lo más valioso. Es como cuando un hijo teme perder el vínculo cercano con su padre y siempre busca mantener esa cercanía y amor. Aquí, el temor es a que se pierda algo precioso.


Kabbalah y la Siembra Espiritual: Todo comienza con la acción


En el nivel espiritual, la Kabbalah nos enseña que hay cuatro mundos: Assia, el mundo de la acción, donde comenzamos a trabajar la tierra de nuestro ser; Yetzira, el mundo de la formación, donde nuestro corazón se calienta y las semillas empiezan a germinar; Bria, el mundo de la creación, donde nuestras intenciones suben como vapor; y finalmente Atzilut, el mundo de la emanación, donde todo se condensa de nuevo en agua para nutrir las semillas que hemos plantado.

Y esto no es nuevo. La Torá ya nos muestra este principio desde el principio de la creación. Dios plantó toda la vegetación en el Jardín del Edén, pero esta no germinó hasta que el hombre no rezó por la lluvia. Como dice el versículo: "Toda planta del campo aún no estaba en la tierra, y toda hierba del campo aún no había germinado, porque Dios no había hecho llover sobre la tierra, y no había hombre para labrarla" (Génesis 2:5). Solo cuando Adán rezó (ruaj, espíritu) pidiendo por la lluvia, Dios permitió que la vegetación creciera. La acción humana y la intención espiritual son esenciales para que la bendición divina se manifieste. El terreno estaba listo, pero sin esa conexión entre lo humano y lo divino, el potencial seguía dormido.


Siembra con conciencia, cosecha con alegría


Aquí está la verdad cruda: si no trabajas tu interior, no siembras nada. Si no siembras nada, la lluvia será tu enemiga, no tu aliada. Estos días, Rosh Hashaná y Yom Kipur, son momentos críticos para sembrar, pero no se trata de sembrar por sembrar. Se trata de sembrar lo que realmente quieres ver florecer en tu vida.

En la Perashá Haazinu, Moisés comienza diciendo: "Que mi enseñanza caiga como la lluvia, y mis palabras desciendan como el rocío." Aquí, el agua es la enseñanza, es la sabiduría. Pero para que esta sabiduría florezca en tu vida, debe haber algo sembrado en tu corazón. Sin esa preparación interna, la lluvia puede caer, pero no servirá de nada, será un estorbo. Así como en la naturaleza, si no siembras antes de la lluvia, la tierra se inunda y no hay fruto.

Recuerda que detrás de todo mal hay un bien oculto, y detrás de todo bien, un mal potencial. Pero cuando vives con conciencia de la unidad, te das cuenta de que todo es para bien. Todo es parte de un plan mayor, como la lluvia que riega la semilla que sembraste en los días más difíciles. Las lágrimas que derramamos hoy al sembrar pueden ser de dolor, pero serán transformadas en alegría cuando cosechemos. Porque, como dice el salmo, Aquellos que siembran con lágrimas cosecharán con cánticos de alegría

Dios no es un juez lejano esperando para condenarte. Es un padre amoroso que cree en ti lo suficiente para haberte dado otra oportunidad de sembrar. Así que, siembra con conciencia, siembra con amor, y cuando la lluvia caiga, que sea el agua que nutra lo que de verdad quieres ver crecer.

"Que mi enseñanza caiga como la lluvia, y mis palabras desciendan como el rocío." Ojalá que estas palabras, esta Torá que te entrego, no caigan en el vacío, sino que sean absorbidas y nutran tu vida. Que penetren profundamente, haciendo florecer lo que has sembrado en tu corazón, y te transformen en tu luz más auténtica. Que lo que recibas en estos días de juicio no sea solo información, sino sabiduría que transforme. Agua que te alimente, que te haga crecer.

Dejemos de pedirle "dulces" a Dios este año, y pidámosle guía y cercanía, porque cuando Dios está cerca, no falta nada. "Ki hem chayenu ve’orej yamenu" — pues las palabras de la Torá son un espejo de TU vida, una luz, una guía para tu camino.

Te deseo que este año, Dios esté junto a ti, y que logres crear el espacio para que juntos, tú y Él, transformen tu vida en eso que sueñas.

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating

About...

Color logo - no background.png

 Este es ‘FeConCiencia’. Te invito a explorar una perspectiva poco común respondiendo a estas preguntas que nos persiguen en la vida y muchos prefieren evitar.

 

Esto es para los valientes que se atreven a cuestionar y desafiar para profundizar y reforzar en su fe. Es hora de llevar nuestro entendimiento a un judaísmo maduro

Posts Archive

¡Mantente conectado!

Thanks for submitting!

​Suscríbete 

Unete a la comunidad de Whatsapp

Gracias por suscribirte!

© 2024 by J. Levy. Powered and secured by ELYAH

  • Apple Music
  • Spotify
  • Instagram
  • Facebook
  • Youtube
  • TikTok
bottom of page