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Besimana Tava -Bereshit

Actualizado: 30 oct 2024

Por Jack Levy

 

La historia de Bereshit es, sin exagerar, una de las más profundas y complejas de toda nuestra tradición. Los sabios dicen que todo está contenido en este libro, el Génesis. Aún más, si profundizas en esta parashá, en la palabra Bereshit, y todavía más allá, en la primera letra, la Bet... es como si tuvieras en tus manos una semilla. Una semilla que, si sabes cómo leerla, te revela los secretos del universo, de la humanidad, y de todas las preguntas que jamás quisiste hacerte sobre tu propia existencia.


¿Suena místico? Lo es. ¿Suena inalcanzable? También. Pero Bereshit no está aquí para ser fácil; está aquí para incomodarte. Para enfrentarte con lo que eres, para que te veas en el espejo sin filtros y sin excusas. Está aquí para que te enfrentes a las preguntas más duras sobre la naturaleza humana, sobre quién eres y sobre lo que jamás quisiste admitir de ti mismo. Es hora de que dejes de evitar esas sombras.


Vamos a centrarnos en una de las historias más enigmáticas y malinterpretadas de todas: Adán y Eva. Sí, sé lo que estás pensando: una historia infantil, llena de elementos absurdos—Adán, Eva, una serpiente que habla, un fruto prohibido y un Dios que parece jugarles una trampa barata. Pero ya basta de tomarnos esto como un cuento para niños. Esto no es Disney. Vamos a darle una mirada honesta, cruda y madura, porque te aseguro que aquí hay más de lo que crees.


Entonces, dime: ¿Qué es realmente el Edén? ¿Un jardín de ensueño? ¿Un parque celestial? ¿O tal vez un resort de vacaciones con acceso VIP a Dios? Y cuando Adán y Eva "mordieron el fruto", ¿de verdad crees que todo se arruinó por una manzana fuera de lugar? Vamos, no seamos ingenuos. Esta historia es más profunda. Es una metáfora de tu propia vida, de las decisiones que tomas y las consecuencias que esas decisiones traen.


¿Por qué Dios puso el árbol ahí si no quería que lo tocaran? ¿Acaso no quería que comieran de él? ¿Y si lo hizo, por qué los castiga cuando lo hacen? ¿Qué clase de juego divino es este? Estas son las preguntas incómodas que la mayoría prefiere esquivar porque nos confrontan, porque nos muestran lo complicado que es ser humano y vivir con esa relación tensa con lo divino. Esta historia no es para verla de forma superficial; es para abrirse paso, sin filtros, en el terreno de la incomodidad y la reflexión cruda.


¿Qué era ese famoso "árbol del conocimiento"? ¿Y el "árbol de la vida"? ¿Quién es realmente Adán? ¿Y Eva? ¿Y qué representa la serpiente? Si sigues pensando que estos son solo personajes de una historia para que te portes bien, necesitas sacudirte esa ingenuidad. Estos son símbolos de tu propia psique. Son partes de ti que evitas, pero que siempre están ahí, esperando a que finalmente decidas mirar.

Hoy vamos a descifrar esos símbolos con una exploración brutalmente honesta. Adán, Eva, el Edén y la serpiente no son cuentos para entretenerte; son partes de ti, de mí, de todos nosotros. Son esos rincones oscuros de nuestra alma, lo que nos tienta, lo que nos obliga a enfrentarnos con nuestras sombras.

Así que aquí vamos: vamos a abrir ese libro incómodo que llamamos alma y vamos a ver qué es lo que realmente nos expulsa del paraíso… y, con algo de suerte, cómo, en teoría, podríamos volver. Porque este viaje no es solo sobre entender a Adán y Eva; es sobre entendernos a nosotros mismos. Cada historia de la Torá es un espejo, y cada espejo es un desafío.


Este capítulo está inspirado en una porción de mi obra La Voz Del Alma, una invitación a mirar hacia adentro con brutal honestidad.

Resumen de la Parashá: Bereshit

La parashá de Bereshit es el inicio de todo. Aquí tenemos el génesis del universo, el nacimiento del tiempo y el espacio, el origen de la humanidad, y —spoiler alert— el primer desastre de la historia humana. Dios crea el mundo en seis días, y el séptimo descansa. Y entre todo ese caos y creación, decide darle al hombre y a la mujer su “imagen y semejanza”.

Adán y Eva, la primera pareja de la historia, viven en el Jardín del Edén. No hay esfuerzo, no hay muerte, no hay dolor, y tienen acceso directo a Dios. ¿El truco? Hay dos árboles: el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal y el Árbol de la Vida Eterna. Dios les advierte que no deben comer de esos árboles. Todo lo demás es suyo, pero esos dos… mejor ni tocarlos.

Y entonces aparece la serpiente. Esa voz tentadora que le dice a Eva que si come del árbol, sus ojos se abrirán y serán “como dioses”. Eva cae, convence a Adán, y ambos muerden el "fruto prohibido". De repente, se dan cuenta de que están desnudos, sienten vergüenza, y el paraíso se esfuma. Dios lo descubre, y Adán y Eva son expulsados del Edén para enfrentarse a un mundo real, lleno de dolor y esfuerzo. Bienvenidos a la vida.

Pero esto es solo el principio. La expulsión del Edén marca el inicio de la condición humana: una lucha constante entre luz y sombra, bien y mal, decisiones que nos hunden y decisiones que nos elevan.

La historia sigue con Caín y Abel, la primera rivalidad que termina en tragedia; luego la historia de los famosos Nefilim quienes pervirtieron la naturaleza de la humanidad y finalmente, el nacimiento de Noé, el único hombre justo en un mundo que ha perdido su rumbo.

Intentaremos descifrar los símbolos que más nos impactan: el árbol, la serpiente, el Edén… porque cada uno de ellos sigue vivo en nosotros.



El Edén: Un Jardín Sin Propósito, El “Pan de la Vergüenza”


Vamos a desmontar una idea muy popular: el Edén no era el paraíso en el sentido de un lugar de gozo y plenitud. Mario Sabán lo define como un limbo, un estado sin carencias, pero también sin propósito. Adán y Eva lo tenían todo, pero nada de eso era realmente suyo. No tenían que luchar, no tenían que esforzarse, no había nada que pudieran crear o ganar por mérito propio. Dependían de Dios para todo, como un bebé depende de su madre, y eso es lo que los sabios llaman "el pan de la vergüenza": recibir sin haber hecho nada para ganarlo. ¿Qué clase de vida es esa, sin esfuerzo, sin lucha, sin sentido?

La expulsión del Edén no fue un castigo arbitrario, fue una liberación. Dios les dio la oportunidad de entrar al mundo real, un lugar donde tendrían que sudar, equivocarse y crear algo propio. Porque sin carencia, sin lucha, sin limitaciones, ¿qué somos? Solo sombras en un jardín bonito. Es la imperfección, el esfuerzo, lo que nos hace humanos.



El Sueño de Adán


La Tora dice que Dios hizo caer a Adán en un sueño profundo para crear a Eva. Pero... ¿te has fijado que nunca dice que lo despertó?. ¿y si todo esto —nuestra vida, nuestras relaciones, nuestras luchas— es parte del sueño de Adán? ¿Estamos viviendo dentro de la conciencia adormecida del primer ser humano?


La vida humana, con sus límites, sus dolores y sus pequeñas victorias, puede ser vista como un proceso de despertar. Un camino de autoconocimiento en el que, poco a poco, nos damos cuenta de quiénes somos realmente y de nuestro lugar en el universo. Quizás, como Adán, todos estamos dormidos hasta cierto punto, y solo a través de las experiencias de la vida podemos empezar a abrir los ojos.

¿Por qué Dios puso el árbol ahí si no quería que comieran de el?

Dios puso el árbol del conocimiento ahí porque quería que comiéramos de él. No se trataba de un juego cruel; se trataba de un paso necesario para el desarrollo humano. Dios quería que conocieran el mal, pero también el bien, y a través del discernimiento de ambos emprender el camino del autodescubrimiento. El bien y el mal no son polos opuestos, sino que ambos vienen del mismo lugar y tienen el mismo objetivo: sacar a la luz la chispa única del Ein Sof que llevamos dentro. Es el enfrentamiento con la dualidad lo que nos lleva a crecer, a descubrir quiénes somos realmente y a encontrar la luz en medio de nuestras sombras.



Masculino y Femenino: Unidad y Separación


Al principio, Dios creó al ser humano "hombre y mujer" en una unidad perfecta. Esto significa que en el Adán primordial, las energías masculina y femenina estaban unidas. Pero había un problema: en esa unidad absoluta, no había reconocimiento. Estaban tan pegados el uno al otro que no podían verse. Para que el hombre pudiera ver a la mujer y viceversa, fue necesario que Dios separara a Adán y a la mujer. Fue la creación de la distancia la que permitió el reconocimiento. Pero si no era bueno esa union tampoco lo era la soledad.


Más adelante, Dios dice


“No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18).

Pero vemos que tampoco es bueno que la mujer esté sola. Fue precisamente porque Eva estaba sola que no pudo resistir la tentación de la serpiente. La unión, la conexión entre ambos, es lo que les da fuerza. Esta historia nos enseña que no solo el hombre necesita compañía, sino que ambos, hombre y mujer, son necesarios el uno para el otro para enfrentar sus desafíos, apoyarse mutuamente y resistir las pruebas de la vida. La verdadera fortaleza está en la unión, en caminar juntos, en reconocer que solos somos vulnerables, pero juntos somos poderosos.


Entonces, ¿qué son estas energías masculina y femenina? La energía masculina es potencial puro, impulso, una chispa de posibilidad sin forma. La energía femenina es la que le da contorno a ese potencial, la que lo limita, lo estructura y lo trae a la realidad. La semilla, sin el vientre que la contiene, nunca sería nada.


La Energía Masculina que Embaraza a la Femenina


Déjame contarte una historia personal para entender cómo funcionan estas energías. Hace unos años, salía de una etapa complicada, llena de conflictos y depresión. Sabía que algo tenía que cambiar, y recordé la famosa frase de Einstein: "si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes". Sentía que necesitaba un cambio de entorno, así que le propuse a mi esposa mudarnos de ciudad. Su respuesta fue tajante: "Estás loco. Nunca dejaré a mi familia". Y ahí quedó. No volví a mencionarlo, pero la idea quedó plantada en mi mente.

Meses después, mi esposa fue a un retiro en el campo, en una pequeña comunidad dedicada a la agricultura y a la espiritualidad. Cuando llegó ahí, me llamó emocionada: "No sé cómo, pero tenemos que vivir aquí". Para mí, en ese momento, sonaba absurdo. Yo nunca había salido de la ciudad. Pero ella insistió. Fuimos a conocer el lugar, y algo en mí cambió. Pude ver lo que ella veía, algo que nuestras almas buscaban sin saberlo.

Meses mas tarde

Esta historia muestra el rol de la energía masculina y femenina en acción. Yo "embaracé" a mi esposa con la semilla de la idea. Ella tomó esa semilla, la nutrió, la hizo suya y le dio forma. Meses después, esa semilla se convirtió en nuestra realidad. La energía masculina es el potencial, pero la energía femenina es el contenedor que hace posible que el sueño se convierta en vida.

Esta dinámica de masculino y femenino también está en la creación del mundo. Dios, en su infinitud, hace un tzimtzum —una contracción, un vacío dentro de sí mismo— y ahí, en ese espacio limitado, crea el universo. Porque el infinito sin límites no puede manifestarse; necesita un contorno, una estructura, algo que le dé forma. Así es como nace la materia, lo físico, lo limitado.


Nosotros, como seres humanos, vivimos en ese cruce entre lo infinito y lo finito. Somos espíritu que experimenta la vida en un cuerpo limitado. Dios, por su parte, es la infinitud manifestándose a través de nuestras limitaciones. En ese sentido, la humanidad es una chispa de lo divino explorando el mundo de lo material, aprendiendo a convivir con sus propios límites, y a la vez, reflejando lo ilimitado en nuestras pequeñas acciones.


El Camino de Regreso al Edén


La historia de Adán y Eva es un espejo de nuestra condición humana. Nos muestra cómo empezamos en el Edén, en una zona de confort sin desafíos, sin lucha, sin propósito. Un lugar donde no teníamos que ganarnos nada; todo estaba dado. Pero, ¿qué sentido tiene la vida sin la posibilidad de crear, de errar y aprender, de enfrentarnos a nuestras sombras? En el Edén, en esa comodidad absoluta, nunca habríamos descubierto de qué estamos hechos realmente.

La expulsión del Edén, entonces, no es un castigo. Es la primera lección de la vida: para despertar, para llegar a ser quienes somos, debemos salir de la zona de confort. Dejar atrás esa seguridad sin propósito y enfrentarnos al mundo real, donde el esfuerzo, la lucha y el dolor también traen aprendizaje y crecimiento.


Ahora, ¿qué representa el “fruto prohibido”? Son esos pensamientos tóxicos que nos susurran que no somos suficientes, que nos llenan de miedo, vergüenza y carencia. Cada vez que comemos de ese “fruto”, cada vez que permitimos que esos pensamientos nos dominen, nos alejamos de nuestro propio paraíso interior. Nos autoexpulsamos del Edén, creamos nuestro propio infierno aquí, y lo arrastramos a nuestra vida y a quienes nos rodean.


¿Y qué hay de la serpiente, del Satán? La serpiente representa esa voz interna que constantemente siembra la duda, el miedo y la tentación de desviarnos de nuestro propósito. Es la personificación de nuestras sombras, aquello que nos pone a prueba. Satán, lejos de ser un ser externo con intenciones malévolas, es una parte esencial de nuestro proceso de crecimiento. Es el adversario, sí, pero también el catalizador que nos impulsa a elegir, a discernir entre lo bueno y lo malo, y a sacar la luz de entre las tinieblas. Sin esa serpiente, no habría desafío, no habría lucha, y sin lucha, no hay crecimiento. La serpiente es la chispa que enciende el fuego del autodescubrimiento.


Aquí entra algo fundamental: la tefilá. La oración no es solo una serie de palabras bonitas; es un acto de co-creación, una herramienta para sintonizar mente y corazón. La frase de John Hagee,

"La oración no es preparar a Dios a hacer tu voluntad, es prepararte a ti a hacer la voluntad de Dios",

resume de manera precisa la esencia de la tefilá. No se trata de convencer a Dios para que nos dé lo que queremos; se trata de transformarnos para alinearnos con Su propósito. Cuando oramos con sinceridad, cuando alineamos pensamiento y emoción, estamos uniendo lo que simbolizan Adán y Eva en nosotros: la mente (energía masculina) y el corazón (energía femenina), el potencial y la forma. Dios nos da la chispa, pero somos nosotros quienes decidimos si la encendemos.


Cada palabra que pronunciamos en la tefilá, cada intención y cada pensamiento, es una semilla. Si nuestros pensamientos son tóxicos, nuestra vida será una extensión de esa toxicidad. Pero si oramos con propósito, si nuestras palabras están cargadas de amor, gratitud y conciencia, estamos construyendo el Edén aquí, ahora. Esto no es magia; es la capacidad de alinear lo infinito con lo limitado en cada uno de nosotros. La conexión entre lo divino y lo humano sucede cuando tomamos conciencia de nuestro poder creador.


La invitación es clara: ¿quieres seguir dormido, cómodo en la rutina y en la ilusión de seguridad, o quieres despertar y asumir tu papel como co-creador? Cada día puedes elegir. Puedes dejar que los pensamientos tóxicos te consuman o puedes usar la tefilá y la acción consciente para alinear tu vida con el propósito que Dios sembró en tu alma.


Bereshit es solo el comienzo. En las próximas semanas, exploraremos la historia de cada uno de estos personajes —Abraham, Itzjak Yaakov, Sara Rivka, Rajel y Lea— y veremos cómo cada uno de ellos refleja nuestras propias batallas internas. Porque cada personaje de la Torá es un espejo que nos desafía a enfrentarnos a nosotros mismos, a vernos sin máscaras, sin pretextos. Al final, la verdadera creación divina no está allá afuera en el mundo material; está dentro de cada uno de nosotros, en cada decisión valiente que tomamos, en cada pensamiento que elegimos alimentar con amor y conciencia, en cada oración que elevamos con intención. La verdadera obra divina somos nosotros mismos cuando decidimos transformar nuestras sombras en luz.


La puerta del Edén nunca estuvo cerrada. La llave siempre ha estado en nuestras manos: la conciencia, la oración, y la capacidad de transformar nuestras vidas, tomados de la mano de Dios. Tienes el poder de crear, de renacer, de levantarte cuando todos creen que no puedes más. Atrévete a ser incómodo, a desafiar lo que te detiene, a reclamar ese paraíso que siempre ha sido tuyo. No es fácil, no es rápido, pero es tu camino, y solo tú puedes recorrerlo. Así que ve y hazlo, porque naciste para ser más que una sombra; naciste para ser luz.



1件のコメント

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ゲスト
2024年10月29日

Magnífico artículo… 👏😀

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 Este es ‘FeConCiencia’. Te invito a explorar una perspectiva poco común respondiendo a estas preguntas que nos persiguen en la vida y muchos prefieren evitar.

 

Esto es para los valientes que se atreven a cuestionar y desafiar para profundizar y reforzar en su fe. Es hora de llevar nuestro entendimiento a un judaísmo maduro

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