Ajarei Mot –Kedoshim: Sé Santo

May 03, 20256 min read

Ajarei Mot –Kedoshim: Sé Santo

Por Jack Levy

Versión Cruda y Sin Filtro

Ser diferente ya no es un acto de coraje. Es un outfit espiritual.

Te compras una camisa de lino arrugada —que parezca que no te importa—, unos tenis que cuestan lo mismo que la renta de alguien más, y un termo Yeti para guardar el café de especialidad que juras que “descubriste tú”. Te dejas la barba, lees a Murakami, haces breathwork en Tepoztlán y subes stories diciendo que “fluyes con el universo”.

Traducción: estás igual de perdido que todos, pero con filtro vintage.

Hoy ser “auténtico” es solo otra pose. Una más rentable que la anterior. Y como no aguantas la idea de confrontarte, te declaras “conciencia elevada” y repites mantras que no entiendes.

Pero no estás iluminado. Estás asustado.

En lugar de mirar tu sombra, te compras cuarzos. En vez de decir “me duele”, dices “estoy trabajando en mí”. Y en vez de amar de verdad, dices “yo ya no vibro en esa frecuencia”.

La espiritualidad moderna te dio permiso de ser egoísta con aroma a lavanda. Te dio frases para justificar tu evasión. Y lo peor… te convenció de que eso es lo sagrado.

Pero hay otra cosa. Más cruda. Más incómoda. Más real. Algo que no se puede fingir, ni postear.

Y esa cosa… o te atraviesa, o sigues jugando a estar despierto.

El fuego que no sabes contener, y la vida que aún puedes santificar

Ajarei Mot arranca después de una tragedia: los hijos de Aarón, Nadav y Avihu, mueren consumidos por su propio fuego.

No fueron asesinos. No fueron ladrones. Eran sacerdotes. Entraron al espacio sagrado con fuego extraño —no pedido— y eso los consumió. ¿Exceso de pasión? ¿Impaciencia espiritual? ¿Ego disfrazado de éxtasis?

No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es esto: el fuego no canalizado destruye.

Y el fuego que no puedes sostener… te mata por dentro aunque sigas respirando.

A partir de ahí, Dios le da instrucciones a Aarón: cómo entrar al lugar más sagrado (el Kodesh HaKodashim), cómo purificarse, y cómo ofrecer sacrificios sin morir en el intento.

Luego llega Kedoshim. Y no viene con rituales místicos. Viene con una bomba ética: la santidad no está en escapar del mundo, sino en cómo lo habitas.

“Kedoshim Tihyu Ki Kadosh Ani Hashem Eloheichem.”“Sean santos, porque Yo, el Eterno su Dios, soy santo.” (Vayikrá / Levítico 19:2)

Y en vez de hablarnos de incienso o visiones celestiales…nos habla de dejar comida para el pobre,de no engañar en los negocios,de no maldecir al sordo ni poner tropiezo al ciego,de no odiar en secreto,y de esa frase que tanto posteamos y tan poco practicamos:

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

Es decir:después del fuego… viene la responsabilidad.Después del éxtasis… viene el día a día.Después del impulso… viene la elección.

¿Te enciendes como Nadav y Avihu… o te contienes como Aarón?

¿Quieres lo sagrado porque arde… o porque transforma?

¿Te vistes de diferente… o te santificas en lo ordinario?

El disfraz de “alternativo” es el nuevo uniforme del sistema.

Te disfrazaste de hípster espiritual.
Te crees rebelde porque haces yoga en una terraza y no usas desodorante. Hablas de integración, de chakras y de la luna en Tauro… pero sigues sin poder decirle a tu papá que lo que hizo te dolió. Sigues sin mirarte al espejo sin que se active el juez. Sigues vendiendo la imagen de que ya “trascendiste”, cuando en realidad… te estás escondiendo.

Hoy, el sistema encontró cómo anestesiar a los que se creían despiertos: les dio la pose de la autenticidad. Ya no necesitas verte como el resto. Solo necesitas que crean que eres diferente. Y si lo creen… tú también te la compras.

Eso no es rebeldía. Eso es consumo con identidad falsa.

La Torá no te pide parecer distinto. Te pide separarte de lo que no es tuyo.

“Kadosh” viene de separación. Pero no para creerte mejor… sino para no traicionarte.

Kedoshim no es la parashá del “espiritualito buena onda”.
Es la parashá que dice:
—“¿Vas a dejar de fingir? ¿O vas a seguir usando la ‘conciencia’ como maquillaje?”

Porque la verdadera santidad no se nota. Se vive.

Y lo más brutal: no se ve bonita.
A veces se ve como decir “no” cuando todos dicen “sí”.
Como perder relaciones por ser coherente.
Como confrontar a alguien que amas… sabiendo que podría alejarse.
Como quedarte solo… pero limpio.

El verdadero rebelde no rompe las reglas: rompe la necesidad de ser visto rompiéndolas.

¿Quieres saber si estás despertando o solo estás actuando? Haz esto: rompe una regla y no le cuentes a nadie.
Ni una story. Ni una foto en blanco y negro con frase bonita. Ni un post diciendo que estás “en proceso”.

Solo rompe el patrón. En silencio.
Y quédate ahí. Incómodo. Anónimo.
Sin que nadie te aplauda por ser “valiente”.

¿Aguantas?

Porque eso… eso sí es transformación espiritual auténtica.

Hoy confundimos rebeldía con ruido.
Gritamos que somos diferentes porque no sabemos serlo en silencio. Y si no podemos demostrarlo, sentimos que no vale.

Pero la kedushá, la verdadera santidad, no necesita público. No necesita marketing. No necesita demostrar que es distinta… porque simplemente es.

¿Sabías que el Cohen Gadol, el Sumo Sacerdote, entraba solo al lugar más sagrado? Una vez al año. Sin testigos. Sin cámara.
Y ahí, sin nadie mirando… sostenía al pueblo entero en su corazón.

Eso es ser Kadosh.

Ser distinto no es rebelarte contra el mundo.
Es dejar de necesitar que el mundo te vea haciéndolo.

Y eso… eso quema.
Porque cuando ya no necesitas mostrarle a nadie tu fuego, te das cuenta si de verdad lo tienes… o si solo te habías aprendido bien el show.

Ser santo no es aislarse del mundo. Es vivir tan despierto… que el mundo ya no te duerme.

La mayoría de la gente no está realmente despierta.
Solo aprendió a
imitar la espiritualidad moderna: hablan de energía, polaridades, “soltar” y “manifestar”… pero eso no es despertar.

¿Quieres saber si alguien está realmente despierto?
No le mires la pose.
Mira cómo trata al mesero cuando llega frío el café.
Mira si puede estar una hora con sus hijos sin mirar el celular.
Mira si recibe una crítica sin justificar su ego.
Mira si puede quedarse callado incluso cuando tiene razón.

La espiritualidad auténtica no se practica en la montaña: se prueba en el tráfico, en la pareja, en la frustración.

Por eso, Kedoshim no habla de visiones místicas ni de iluminación falsa. Habla de dejar las esquinas del campo para el pobre. Habla de pagar justo. Habla de no maldecir al sordo —sí, al que ni siquiera te oye— porque la energía igual se imprime en el mundo.

Eso es santidad real: no levitar, sino no contaminar.
No huir del mundo, sino habitarlo despierto, con ojos que ven más allá del ruido.

El Baal Shem Tov decía que el alma puede bailar en el mercado sin olvidarse del cielo.
Eso es
Kedushá: no retirarte del mundo, sino ser tan profundo que el mundo no te arrastre.

Te voy a decir lo que debo, no lo que quieres, Bienvenido!

Jack Levy

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